Autor: Lic. Serrana BancheroPalabras clave: la vida a los cuarenta, mediana edad, crisis mediana edad, como reinventarse, cambiar de trabajo, cambiar de vida a los 40 Es muy probable que en determinadas etapas de la vida nos formulemos una serie de preguntas vinculadas a si lo que tiene que cambiar es nuestro entorno o si somos nosotros los que tenemos que movernos de algunos lugares conocidos pero que no nos producen bienestar. Uno de esos momentos, es la mediana edad donde se evidencian diversos cambios.
Se considera que la mediana edad corresponde al período vital entre los 40 y 60 -70 años, pues se toma como el punto final de la juventud o temprana adultez. Se habla de una temprana mediana edad y otra tardía que antecede a la vejez. Es un “momento paradójico”, porque por un lado se ha logrado cierta estabilidad económica, social y afectiva y, por otro, aparecen cambios corporales, psicológicos, familiares que desconciertan. Iacub plantea que “La mediana edad es el momento en que el pasado es largo y una considerable parte de la vida se ha materializado”. Se escuchan cuestionamientos tales como: ¿la vida que tengo es la que quiero?, ¿Qué he logrado?, ¿Qué me falta vivir?, ¿Cómo quiero transitar mis próximos años?. El ámbito laboral no es ajeno a tales interrogantes y particularmente ha cobrado otra dimensión en la actualidad con las modificaciones forzadas que tuvimos que adoptar en tiempos de pandemia o incluso el propio desempleo, surgiendo preguntas como: ¿mi trabajo es lo que realmente quiero hacer?, ¿me imagino mucho tiempo más en dicho trabajo?, ¿representa lo que realmente soy o deseo para mi?, ¿Qué otras cosas me interesan desarrollar? ¿Me siento preparado para afrontar otras modalidades de trabajo?, ¿me mantengo donde estoy o me arriesgo a un cambio? Es así que lo que antes tenía sentido para la persona, ahora no lo tiene de la misma manera lo que genera un amplio replanteo. Existe una sensación de insatisfacción, que produce ansiedad e incertidumbre en la propia persona y su entorno. Si bien el abanico de posibilidades puede ser muy diverso hoy día, con frecuencia en esta etapa suceden los siguientes cambios que implican una ruptura del equilibrio anterior: a nivel familiar (conformación o ruptura de la pareja, ida de los hijos que puede generar el “síndrome del nido vacío”, el nacimiento tardío de un hijo, tener que ocuparse aún de los hijos mayores, llegada de nietos, ocuparse de sus padres mayores), cambios a nivel corporal y social (pérdidas por fallecimiento) incluso aparecen previsiones y la preparación para el retiro laboral. Es así que se potencia la mirada introspectiva y aparece el desafío de revisar la identidad personal, el sentido y objetivos vitales. Reflexionando sobre el concepto de sí mismo (quién soy), cuáles son las fortalezas y debilidades, a su vez que se fortalece la conciencia de finitud “no se cuantos años me quedan”. Según Erikson, se produce la “generatividad”, donde la energía está puesta en la productividad y la creatividad al servicio de otras generaciones y si no se desarrolla se evidencia la sensación de “estancamiento”. Todo esto conlleva la necesidad de redefinir roles y responsabilidades, algunos se liberan y otros se asumen, siendo necesario gestionar el tiempo de otras maneras y pensar nuevas formas de organización más acordes a la nueva realidad vital. Tenemos un largo camino que recorrer: emprender es una opción En la mediana edad a nivel laboral, podemos experimentar satisfacción laboral, experiencia social y profesional, alta motivación; o por lo contrario, estrés y presión laboral, aburrimiento, hastío, desinterés por el trabajo. Es sabido, que llegar a la mediana edad no es garantía del ascenso y progresivo desarrollo laboral, ni de la permanencia en el mismo. Existen muchos ejemplos de personas que optaron por emprender en este momento de la vida, sea por elección voluntaria de un cambio o por necesidad, con resultados muy favorables convencidos que emprender es una aventura sin edad ni género, que los conecta con un nuevo sueño y que requiere reinventarse a partir de lo que se tiene a la vez que salir a buscar aquello con lo que no se cuenta. Ventajas de emprender en la mediana edad: a) Visión general y amplia: Existe una saber acumulado no solo de habilidades duras sino también blandas. Es más frecuente haber realizado diversas tareas y ocupado diferentes roles de responsabilidad lo cual enriquece la idea de proceso y el conocimiento de las implicancias de todos los actores involucrados en un emprendimiento. Asimismo, cuenta con contactos sociales y experiencias de vida. Buscar formas de proceder anteriores es una buena forma de adaptación a las situaciones actuales. b) Expresión modulada de las emociones: esto genera prudencia, objetividad, compromiso, perseverancia, confianza, el mejor manejo de los impulsos a la hora de gestionar los riesgos, las frustraciones o el estrés. Es sabido que los menores de 30 años son un colectivo que tienen más potencial de innovación y creatividad pero menor manejo de este componente emocional. c) Autoconocimiento: se tienen claras las fortalezas y debilidades personales, lo que se quiere y lo que no. Han pasado por diversos momentos de cambios por lo cual habría más probabilidad de adaptación a los mismos, ej cambios tecnológicos. Las expectativas son más realistas y objetivas, se puede tener más claro lo que se quiere y lo que se necesita e ir a su búsqueda. Aparece el estimulante desafío de desaprender y aprender nuevos esquemas de referencia. Como todo momento de transición es importante no hacerlo solo sino nuclearse con personas que están pasando por situaciones similares que nos pueden apoyar en el proceso.
1 Comentario
Jonathan
8/21/2021 11:29:33 pm
Hola, me ha gustado mucho vuestro articulo.
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Deiner Farias.Docente, facilitador, especialista en negocios, emprendimientos e innovación. Archivo
Diciembre 2021
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